Es
una de esas noches donde no sabes cómo describir la sensación de cansancio, no
sólo físico, sino también existencial.
Me acuesto en mi cama y pienso
mientras suspiro “hubiese querido vivir en los años 20, y en los 50, y en los
80” y de inmediato, sonriendo, empiezo a visualizar imágenes de esas épocas,
“qué bellos recuerdos” pienso, como si
los hubiese vivido. Vuelvo a reírme, esta vez de mí misma, “Qué loca”, digo
en voz alta y sin darme cuenta me quedo
dormida.
Mi celular suena y me despierto
agitada, veo en la pantalla borrosa “Mensaje de Ben <3” “Ben? Quién coño es
Ben?” Digo y leo ”Hola princesa, ya voy
en camino, nos vemos ahora”. Desconcertada intento dormirme nuevamente.
Un nuevo ruido me despierta… unas
llaves, me asomo hacia la sala y está entrando un chico. “Mierda, qué hago?”
Pienso rápidamente y cierro la puerta de mi habitación con seguro. “Dios mío,
qué está pasando?” Me van a matar. Pienso temblando de miedo.
“Princesa, ya llegué” escucho. Me
acerco al espejo y me digo frotándome los ojos “Esto no está pasando, estás
dormida aún”. Con la vista recorro mi habitación, hay cosas diferentes… muchas.
El chico entra a MI HABITACIÓN,
con sus llaves, y me quedó mirándolo. Es alto, piel trigueña, ojos verdes y
cabello negro, tiene una sonrisa encantadora. Este hombre es realmente guapo,
pienso en medio de mi confusión. “Hola”
respondo. Y por alguna extraña razón empiezo a sentirme en confianza. “Hiciste tu
siesta?” Me pregunta. Me besa. No respondo. “Vístete rápido que mi madre nos
espera, y tengo que decirte que no es para nada paciente”. Sale de la
habitación.
Voy al espejo, y digo preocupada “Madre?
Princesa? Vístete rápido?” Entro al baño y me echo agua helada en la cara, me
asomo y allí está, sentado en MI SOFÁ, leyendo un periódico. Veo una foto de
los dos, sí, LOS DOS muy sonrientes y abrazados, y el portarretrato dice “Te
amo”. “Esto es un sueño, claro, obviamente, ya sabes que tus sueños son
demasiado reales, vamos, diviértete”, dice una
voz en mi cabeza. Voy hacía mi armario y veo un montón de ropa que no es
MI ROPA, son vestidos floreados, largos, de estilo hippie. Escojo uno, me
visto, me arreglo el cabello, maquillaje, perfume, ah! Y un sweater para verme
bien recatada.
“Vamos, mi amor, estoy lista”
Digo, intentando sonar natural.
Llegamos a casa de mi suegra,
Vivianne Westwood, es diseñadora de modas. No la conozco, tengo dos años con Ben y no la
conozco. Todo esto lo deduje por la
conversación en el auto. La decoración es bastante extraña e inusual, todo muy
oscuro, da un poco de miedo. Hay un muro con muchas fotos de grupos de punk.
“Sex pistols” se titula el más grande. Ben se da cuenta de mi expresión de
desagrado y se ríe a carcajadas “No has visto nada, mi madre es muy peculiar,
pero tranquila princesa, sólo sé tu misma, ah! Y no nombres a mi padre”. Me
guiña un ojo y me coge la mano.
“Holaaa”, nos dice una mujer con
el cabello más rojo que he visto, ojos grandes y una sonrisa bastante amplia.
Va vestida con un traje negro en conjunto, falta y chaqueta. Botas con un tacón
absurdamente alto y con muchos anillos y pulseras de metal plateado. “Hola”, respondo
educadamente y ofrezco mi mano, ella me la coge para halarme y darme un efusivo
abrazo.
La cena transcurre muy rápido, el
ambiente es acogedor, a pesar de la oscuridad que transmite la casa. Vivianne
me habla de todo, de su ex marido, el padre de Ben, de forma bastante obscena.
De su actual esposo, que está de viaje. Y dice que se enamoró perdidamente de
él porque es una persona disfuncional, sonríe a carcajadas. Le pregunto sobre
sus diseños… “Con mi tienda, “Sex”, nos va muy bien querida”. Me mira
detalladamente. “Deberías echarte una pasada por allá y te regalo algunas
cosillas”. Levanta una ceja. Ben me acaricia la pierna y me transmite tranquilidad.
Le pregunto en susurro “Estoy mal vestida?”,”Claro que no, princesa. Son
estilos diferentes”. Me besa. “En serio me gusta mucho este chico”, pienso.
La cena ha terminado. “Ha sido un
placer conocerla señora Westwood”. “Señorita, por favor”, responde. Me da una
bolsa. “Ábrela”. Tímidamente saco unos pantalones de cuero negro con muchos
alfileres a cada lado y una camiseta bien ajustada con cremalleras sobre los
senos. La miro y sonrió con inocencia.
“Es para que se lo desfiles esta noche a Ben, se ríe a carcajadas”. “Muchas gracias señorita Westwood”, digo. “Recuerda que se usa sin ropa interior y con tacones”. Me abraza. Abraza a Ben quien está muy apenado y callado.
En el auto me siento exhausta, “Lo
siento por mi madre”. “Tranquilo amor, tu madre es muy especial”. Los dos
sonreímos. Me acuesto en su hombro y me quedo dormida. Al llegar a casa, Ben me
despierta. “Tuve un sueño horrible, le digo. “Soñé que vivía en el futuro y que
tenía un aparato horrible que sonaba a cada rato”. “Te hizo mal estar con mi
madre, responde”.
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