viernes, 22 de marzo de 2013


...Ando en las bellas nebulosas, no quiero ver hacia abajo, temo bajar mi vista y observar, quiero quedarme aquí un poco más de tiempo, aunque sé que pronto me caeré y no soportaré el dolor de mis rodillas junto al piso, sentiré la amarga sensación de haber caído de las bellas nubes al duro suelo.
 Quiero alargar mi estadía en este bello lugar, me gusta estar por encima de mi realidad, desde aquí veo todo perfectamente, pero lo que no veo es en qué fallé, qué hice mal?
 Algo me dice que de esas preguntas jamás encontraré las respuestas, respuestas que no existen, el querubín que me acompaña me dice que yo no hice nada fuera de lo correcto.
 Aún sigo esperando la caída.

Hay momentos en la vida, en que haces una parada y simplemente piensas y piensas. Piensas en qué ganaste, qué perdiste, qué quieres, qué es innecesario.
Sientes miedo, porque a pesar de lo mucho que anhelas algo real, quizás ya empiezas a ver todo sujetivo, tal vez simplemente ya no crees. Sientes satisfacción, esa sensación de saber que lograste salir a flote con mil enseñanzas y aprendizajes que mantienes como un as bajo la manga. Sientes felicidad, porque aparecen ángeles que llegan a iluminarte la vida, sin tiempo determinado, entonces decides ser feliz, SER FELIZ SIN TIEMPO DETERMINADO.

Lo importante es saber que aún tienes fé, que aún hay razones para creer y que el miedo a amar no existe.
 



Había una vez en un reino muy lejano, un castillo hermoso, donde vivía una linda princesa que soñaba con encontrar el amor.
La princesa adoraba los vestidos, tenía muchísimos, de todos los colores… Ella guardaba un gran secreto, cada vestido, dependiendo del color, le proporcionaba un maravilloso poder.
Con el vestido azul lograba volar tan alto como las nubes, el vestido rojo enamoraba a todo aquel caballero que la viera, con el amarillo  podía brindarle felicidad a todos los que estuviesen a su alrededor, con el blanco se volvía invisible (pocas veces lo usaba), con el negro podía manejar el clima a su conveniencia, el rosado que era su favorito lo usaba para poder solucionar cualquier problema que se le presentara, con el verde podía hablar con los animales y con el púrpura se comunicaba con las hadas y los duendes del bosque.

Ella era feliz, pero necesitaba algo en su vida… cierto día la princesa se preguntó a sí misma quién sería realmente sin la ayuda de sus hermosos trajes y se sintió completamente pérdida… Podía ofrecerles muchos beneficios a los demás, pero ¿qué podía ofrecerse a ella misma? Quería encontrar el secreto, la magia y el encanto de su alma y de su corazón sin ningún tipo de adornos o accesorios.
Decidió dar todo porque así fuese y se le ocurrió la genial idea de hacer un vestido de todos los colores, como un radiante arcoíris, después de todo, su vida siempre había estado llena de colores, era imposible renunciar a ellos. El día que estrenó ese deslumbrante vestido, conoció a un encantador príncipe, se enamoraron perdidamente… la princesa por fin logró encontrarse con ella misma cuando lo conoció a él. El príncipe amaba los colores de la princesa, pero también amaba su desnudez y la sencillez de su alma.




Estoy tranquila, por fin. Al menos ya no siento que muero por dentro, eso es bueno, no? Y tengo ganas, pequeñas, pero ganas de empezar otra vez, y olvidarme de que esta y cualquier ciudad a veces está tan triste como yo.
 
 

 …Pero también me gustaría decirte, que hay otros días, en los que no hay momentos, ni palabras, ni miradas, ni absolutamente nada. Días en los que te siento demasiado lejos, y que siento que te estoy perdiendo aunque nunca hayas estado aquí. Así que por favor, déjame salir, o dime como entrar. Pero haz algo.

Antes pensaba que si de verdad deseaba algo con todo mi ser, el universo conspiraba para dármelo. Hoy simplemente deseo borrarte de la historia de mi vida, de mis recuerdos, de mi mente. Eres como una bacteria que carcome todo en mí, sin nada a cambio. Eres un espejismo lleno de mentiras, es absurdo  este estado, es absurdo este vínculo que me une a ti, ojalá no sintiera profundamente que eres todo, así las cosas no serían tan difícil.
Lamentablemente la soledad se deja seducir por la nostalgia, mis ilusiones se dejan seducir por tus mentiras.
...Querido universo: hazme creer en tí nuevamente.