jueves, 27 de junio de 2013

Esa noche



Es una de esas noches donde no sabes cómo describir la sensación de cansancio, no sólo físico, sino también existencial.
Me acuesto en mi cama y pienso mientras suspiro “hubiese querido vivir en los años 20, y en los 50, y en los 80” y de inmediato, sonriendo, empiezo a visualizar imágenes de esas épocas, “qué bellos recuerdos” pienso, como si  los hubiese vivido. Vuelvo a reírme, esta vez de mí misma, “Qué loca”, digo en voz alta y  sin darme cuenta me quedo dormida.
Mi celular suena y me despierto agitada, veo en la pantalla borrosa “Mensaje de Ben <3” “Ben? Quién coño es Ben?” Digo y  leo ”Hola princesa, ya voy en camino, nos vemos ahora”. Desconcertada intento dormirme nuevamente.
Un nuevo ruido me despierta… unas llaves, me asomo hacia la sala y está entrando un chico. “Mierda, qué hago?” Pienso rápidamente y cierro la puerta de mi habitación con seguro. “Dios mío, qué está pasando?” Me van a matar. Pienso temblando de miedo.

“Princesa, ya llegué” escucho. Me acerco al espejo y me digo frotándome los ojos “Esto no está pasando, estás dormida aún”. Con la vista recorro mi habitación, hay cosas diferentes… muchas.

El chico entra a MI HABITACIÓN, con sus llaves, y me quedó mirándolo. Es alto, piel trigueña, ojos verdes y cabello negro, tiene una sonrisa encantadora. Este hombre es realmente guapo, pienso en medio de  mi confusión. “Hola” respondo. Y por alguna extraña razón empiezo a sentirme en confianza. “Hiciste tu siesta?” Me pregunta. Me besa. No respondo. “Vístete rápido que mi madre nos espera, y tengo que decirte que no es para nada paciente”. Sale de la habitación.

Voy al espejo, y digo preocupada “Madre? Princesa? Vístete rápido?” Entro al baño y me echo agua helada en la cara, me asomo y allí está, sentado en MI SOFÁ, leyendo un periódico. Veo una foto de los dos, sí, LOS DOS muy sonrientes y abrazados, y el portarretrato dice “Te amo”. “Esto es un sueño, claro, obviamente, ya sabes que tus sueños son demasiado reales, vamos, diviértete”, dice una  voz en mi cabeza. Voy hacía mi armario y veo un montón de ropa que no es MI ROPA, son vestidos floreados, largos, de estilo hippie. Escojo uno, me visto, me arreglo el cabello, maquillaje, perfume, ah! Y un sweater para verme bien recatada.

“Vamos, mi amor, estoy lista” Digo, intentando sonar natural.

Llegamos a casa de mi suegra, Vivianne Westwood, es diseñadora de modas.  No la conozco, tengo dos años con Ben y no la conozco.  Todo esto lo deduje por la conversación en el auto. La decoración es bastante extraña e inusual, todo muy oscuro, da un poco de miedo. Hay un muro con muchas fotos de grupos de punk. “Sex pistols” se titula el más grande. Ben se da cuenta de mi expresión de desagrado y se ríe a carcajadas “No has visto nada, mi madre es muy peculiar, pero tranquila princesa, sólo sé tu misma, ah! Y no nombres a mi padre”. Me guiña un ojo y me coge la mano.

“Holaaa”, nos dice una mujer con el cabello más rojo que he visto, ojos grandes y una sonrisa bastante amplia. Va vestida con un traje negro en conjunto, falta y chaqueta. Botas con un tacón absurdamente alto y con muchos anillos y pulseras de metal plateado. “Hola”, respondo educadamente y ofrezco mi mano, ella me la coge para halarme y darme un efusivo abrazo.

La cena transcurre muy rápido, el ambiente es acogedor, a pesar de la oscuridad que transmite la casa. Vivianne me habla de todo, de su ex marido, el padre de Ben, de forma bastante obscena. De su actual esposo, que está de viaje. Y dice que se enamoró perdidamente de él porque es una persona disfuncional, sonríe a carcajadas. Le pregunto sobre sus diseños… “Con mi tienda, “Sex”, nos va muy bien querida”. Me mira detalladamente. “Deberías echarte una pasada por allá y te regalo algunas cosillas”. Levanta una ceja. Ben me acaricia la pierna y me transmite tranquilidad. Le pregunto en susurro “Estoy mal vestida?”,”Claro que no, princesa. Son estilos diferentes”. Me besa. “En serio me gusta mucho este chico”, pienso.

La cena ha terminado. “Ha sido un placer conocerla señora Westwood”. “Señorita, por favor”, responde. Me da una bolsa. “Ábrela”. Tímidamente saco unos pantalones de cuero negro con muchos alfileres a cada lado y una camiseta bien ajustada con cremalleras sobre los senos. La miro y sonrió con inocencia.

“Es para que se lo desfiles esta noche a Ben, se ríe a carcajadas”. “Muchas gracias señorita Westwood”, digo. “Recuerda que se usa sin ropa interior y con tacones”. Me abraza. Abraza a Ben quien está muy apenado y callado.

En el auto me siento exhausta, “Lo siento por mi madre”. “Tranquilo amor, tu madre es muy especial”. Los dos sonreímos. Me acuesto en su hombro y me quedo dormida. Al llegar a casa, Ben me despierta. “Tuve un sueño horrible, le digo. “Soñé que vivía en el futuro y que tenía un aparato horrible que sonaba a cada rato”. “Te hizo mal estar con mi madre, responde”.